Amsterdam

Mis pasos amarillos
rompen el hielo
amanecido en las calles lejanas
de cualquier puerto
no dejan huella
se evaporan las pisadas
en un crujir fugaz
no es terciopelo blanco la nieve envejecida
es cristal
añicos de la luna
opacidad de siglos caídos, al descuido del tiempo
silenciosa es la nieve
de silencio es el agua sin fondo, ni marea
silencioso el tranvía
sólo rompe el silencio ese crujir ansioso de pisadas que no vuelven
que no saben
aún
a que han venido.
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La niña

La niña que se instala en una banca rota

deja caer migajas a las palomas ciegas

mientras

las manos se vacían de signos y de huellas

de líneas agoreras de futuros perdidos

se vacían de sombras y de luces

La niña traza un sueño de tiza en el cemento gris de su esperanza.