El que busca encuentra
Publicado: 22 octubre 2009 Archivado en: de locura y olvido, Poesia 5 comentariosEl que busca encuentra
alacranes
caramelos
pétalos secos
respuestas estampadas en todas las paredes
palabras olvidadas
viejas notas
facturas
cerrojos que se abren
la puerta abierta de la realidad
encuentra.
Un fragmento del muro
Publicado: 18 octubre 2009 Archivado en: de locura y olvido, Poesia 2 comentariosA veces, ni yo quisiera oírme, pero me asusta el silencio
y dejo rodar palabras vacías
sin sentido
sin eco
son esos días turbios
en los que el silencio es la caja de Pandora
que en un descuido se abre
y deja escapar los truenos de la angustia
el frío húmedo y gris del desconsuelo
en esas horas lentas
quisiera
una frazada roja
una música viva que ocupara el espacio
el cálido aroma del café
una voz
tal vez
un fragmento del muro
un eco.
Esbozo
Publicado: 15 octubre 2009 Archivado en: de locura y olvido, Poesia 1 comentarioRostro de mujer Leonardo da Vinci
Dos líneas tiradas al descuido
a mano alzada
un boceto de vida
como una gota de acuarela
caída por error
sobre papel de estraza
una pregunta
un infinito de respuestas en los colores profundos de la noche
en la pálida y tersa transparencia del alba
en el ruido lejano de ciudades y playas
pincelada certera en rojo vivo
la corazonada pueril de ser dibujos, al inicio de las cosas
lo mismo que al final de un laberinto
una
seis
o mil soledades
tiritando desnudas
sobre un lienzo en blanco.
María paloma
Publicado: 4 octubre 2009 Archivado en: prosa poética 1 comentarioEl beso Gustave Klimt
Desposeída, brillante, morena y relumbrosa, olorosa a agua de colonia y pan de vieja, María borda sueños y amapolas, amores y cariños, flores encendidas que nunca se marchitan. Es la pequeña casa que la habita, unas paredes de adobe agrietadas por el tiempo, un horno encendido y alimentado por el suave pan, que su madre vende, un suelo apisonado y fresco del olor a tierra mojada, unas cortinas floreadas en verdes y naranja, en lugar de puertas y ventanas, una pobreza que se huele confundida con el tibio aroma del pan. María entreteje listones y sueños tan largos como sus trenzas, no camina, vuela, porque la parálisis de sus piernas la mantiene a rastras, vuela bajito, y mientras, borda corazones y pensamientos, cintas y palomas, promesas de amor sin destino, palabras de hilaza y poesía, tiñe de rojo ansia, las rosas seductoras de su pasión. En ese mundo, entre orlas de encajes y bolillos, que se parecen al mar que no conoce, espera, sin esperar, espera. Hoy es domingo primero de septiembre, María está enamorada. Miguel llega a buscarla y en su triciclo, improvisa un diván con las almohadas que ha bordado María, la eleva en sus brazos como a una novia, le acomoda las piernas necias, la besa, la lleva a pasear, cuesta abajo la calle polvorienta, minada de pedruscos, que hacen del viaje un sube y baja. María se arrellana, como una princesa y ríe, el barrio enmudece, María vuela.